Indudablemente soy un hijo de mí tiempo, o mejor dicho de mis tiempos porque la vida se compone esencialmente de momentos, mi historia de vida personal impacta trascendentalmente en mis pensamientos, deseos, decisiones y en fin, en como actuó y me comporto en sociedad en cualesquiera de mis facetas. Epistemológicamente estudie una carrera con un enfoque empirista netamente, ser medico veterinario me preparo en una visión donde el método científico es riguroso y donde haciéndole honor a la corriente aristotélica debo de probar las verdades a través de mis cinco sentidos, mi plataforma de base es la observación y comprobación.
Por asares del destino se me presento como una fuente de vida más segura, la noble tarea de la docencia; lo primero que tuve a bien reconocer eran mis carencias por lo que decidí aplicarme en la área estudiando una maestría en ciencias de la educación, cursar estos estudios me dieron una diferente cosmovisión, empecé a ver el proceso educativo desde diferentes ópticas (ciencias) que están implicadas a la hora de estar frente a 30 educandos e interactuar. Explicado esto debo decir como es de obviar que me inicie en las ciencias sociales o también llamadas ciencias del espíritu. Ciencias donde los resultados no son exactos, donde la materia experimental es el ser humano, donde el ser humano es tanto impredecible como contradictorio.
En mi práctica docente diaria tengo enfrentamientos que me recuerdan mis responsabilidades que sigo teniendo frente a mis nuevas materias de estudio (alumnos) e investigación formal, documentada e incluso la investigación que llevamos sin la documentación como es debida. Capacitarme activamente en esta tarea es un compromiso irrenunciable, deber de todo maestro. Las nuevas reformas también son hijas de sus tiempos, de sus necesidades y de sus demandas; las nuevas herramientas que tenemos a disposición nos marcan una nueva ruta para nuestro desempeño profesional, las exigencias de un mundo globalizado y conectado con el resto del mundo en tan solo el tiempo que trascurre en que apretamos el botón del procesador y en que esta lista para trabajar la maquina, son solo segundos.
Por asares del destino se me presento como una fuente de vida más segura, la noble tarea de la docencia; lo primero que tuve a bien reconocer eran mis carencias por lo que decidí aplicarme en la área estudiando una maestría en ciencias de la educación, cursar estos estudios me dieron una diferente cosmovisión, empecé a ver el proceso educativo desde diferentes ópticas (ciencias) que están implicadas a la hora de estar frente a 30 educandos e interactuar. Explicado esto debo decir como es de obviar que me inicie en las ciencias sociales o también llamadas ciencias del espíritu. Ciencias donde los resultados no son exactos, donde la materia experimental es el ser humano, donde el ser humano es tanto impredecible como contradictorio.
En mi práctica docente diaria tengo enfrentamientos que me recuerdan mis responsabilidades que sigo teniendo frente a mis nuevas materias de estudio (alumnos) e investigación formal, documentada e incluso la investigación que llevamos sin la documentación como es debida. Capacitarme activamente en esta tarea es un compromiso irrenunciable, deber de todo maestro. Las nuevas reformas también son hijas de sus tiempos, de sus necesidades y de sus demandas; las nuevas herramientas que tenemos a disposición nos marcan una nueva ruta para nuestro desempeño profesional, las exigencias de un mundo globalizado y conectado con el resto del mundo en tan solo el tiempo que trascurre en que apretamos el botón del procesador y en que esta lista para trabajar la maquina, son solo segundos.
